Retazos que se quedaron sin decir

Bajo tu amparo nos acogemos,

santa Madre de Dios;

no deseches las súplicas

que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien, líbranos de todo peligro,

¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

Bajo tu amparo, en el envés de tu manto, para jugar a deslizarse entre los pliegues.

Bajo tu amparo, sentada a tus pies, protegida por tus dulces y sabios consejos.

Bajo tu amparo, muy cerca de tus labios, para sentir alivio en la frente destemplada.

Bajo tu amparo, al abrigo de tus brazos, para saberse querida siempre.

Bajo tu amparo, apoyada en tu regazo, el mejor lugar para descansar y soñar.

Bajo tu amparo, Madre, bajo tu amparo. Así busca su acomodo el alma ausente.

Bajo tu amparo nos acogemos para que hagas fortaleza de la debilidad, sosiego de las preocupaciones, alivio de los sufrimientos y con la desdicha, mejor fortuna.

Bajo tu amparo, Madre, bajo tu amparo. Porque sólo con él estaremos seguros de que todo irá mejor mañana.

Bajo tu amparo porque este año, más que nunca, Pasión debe mostrar pasión en las calles.

Pasión en la Oración que rezan el cuello y el palo cuando se funden en un áspero y largo beso.

Pasión en el Amor con el que abraza la cruz el penitente y el cirio el nazareno.

Pasión en la Esperanza de que Enrique vive ahora en la mayor y mejor de las hermandades.

Pasión, hermanos, pasión. Porque pasión no es sólo sufrimiento; es también, y debe serlo especialmente este año, deseo, ímpetu, arrebato…

Pasión, hermanos. Derramad a cada paso mucha pasión el Lunes Santo.

Porque la fe debe poder más que la pena. Porque no habrá luz ni brillará nada si no sale el fuego desde lo más profundo del corazón y del alma.

A Carmen, Enrique, Sonia y Jesús.

A pesar de los años, lo vivido y sentido permanece inalterable.

Antonio Salmerón. Cuaresma de 2013.